El objetivo del filtrado es encontrar las ideas que mejor se ajusten a las necesidades de los usuarios y capacidad de la empresa, suponiendo un beneficio para esta.
La clave es hacerlo con los mínimos recursos posibles. Es decir, evitando profundizar en exceso en ideas que posteriormente no se vayan a aprovechar.
Para ello, debemos tener una diferencia muy clara: No es lo mismo filtrar que seleccionar.
En la fase de filtrado, quitamos lo malo, las ideas que no sirven.
En la fase de selección, valoramos las ideas desde diferentes puntos de vista para quedarnos las que mejor se ajusten.
Este proceso es muy similar al filtrado de productos que podemos ver en nuestro día a día, como en los alimentos que llegan finalmente al lineal del supermercado.
No existe un único proceso, sino que debemos filtrar poco a poco.
Por ejemplo, si pensamos en cómo filtran los pistachos que llegan a la bolsa que nos comemos, lo primero que hacen es quitar las hojas, después separar los que están vacíos, quitar los cerrados, eliminar los que tengan algún tipo de mancha y finalmente, filtrar por tamaños (dejando para repostería los más pequeños).
En innovación vamos a hacer algo parecido con las ideas. En el ejemplo, hay una máquina especializada para cada uno de los filtrados. Aquí haremos lo mismo, seleccionando herramientas que nos ayuden a filtrar las ideas y seleccionar posteriormente las que mejor se ajusten.
Primera etapa: El filtrado
Esta es la etapa de quitar las ideas que no valen.
Las malas, esas que todos sabemos que no hay mucho que rascar, bien sea por estar fuera de foco, ser completamente irrealizables, falta de originalidad, etc.
El filtrado no requiere de debate, todos estaremos de acuerdo en que las ideas que se quedan fuera no son las de mayor potencial (en caso de debate, dejamos que pasen esta fase y ya las analizaremos más adelante).
Os recomendamos probar estas 2 técnicas tan sencillas como ágiles a la hora de realizar el filtrado:
In & Out
En esta técnica, clasificamos las ideas en “In” (las que seguiremos trabajando) y “Out” (las descartadas).
Para ello le preguntamos al grupo al completo, para que nos digan una a una cuáles seguirían trabajando y cuáles no.
Deberíamos limpiar al menos el 50% de las ideas.
Los 3 votos
Cada participante vota las 3 ideas (o grupos de ideas) que más potencial considera que tienen para seguir trabajando en ellas.
Algunas ideas recibirán varios votos y otras ninguno. Podemos quedarnos todas las que tengan 1 voto o poner el límite más alto, dependiendo del número de participantes e ideas.
Segunda etapa: La priorización
La priorización es la etapa para poner en común distintos puntos de vista y quedarnos con las mejores ideas.
Aquí sí buscamos el debate entre los participantes y analizaremos las ideas desde todos los puntos de vista:
¿Es factible con nuestra capacidad técnica y presupuesto?
¿Es innovadora y nos diferencia respecto a la competencia?
¿Está alineada con lo que los clientes buscan y por lo que están dispuestos a pagar?
¿Somos los indicados para llevarla a cabo?
…
Para la priorización muchas veces no sirve con utilizar una sola técnica, sino que hacemos pasar a las ideas por varias etapas, utilizando diferentes ténicas para verlas desde diferentes puntos de vista.
Tres de las herramientas que recomendamos utilizar son:
Votación de Fibonacci
Las votaciones numéricas tienen el problema de que diferenciar entre un 8 y un 9 a veces es muy difícil, acrecentándose esta diferencia cuanto más alto es el valor que queremos dar.
Por eso, a la hora de evaluar el potencial o incluso la dificultad de implantación de una iniciativa, es muy recomendable hacerlo mediante una escala distinta, no lineal.
En este caso, la votación de Fibonacci se usa para valorar con una de estas puntuaciones: 1, 3, 5, 8, 13 ó 21.
De esta manera, si alguien vota con 21 es porque realmente considera que la idea tiene un potencial muy alto, mientras que en caso contrario lo dejará en 13.
Los 100€
En esta técnica, que se puede hacer individualmente o en grupo, se da a los participantes 100€ (mejor si son físicos, aunque de mentira) y estos tienen que repartirlos entre las ideas, pensando en cómo repartirían esa inversión si el dinero fuera suyo. Por cuál apostarían.
Pueden repartirlos con total libertad, dejando todo en 1 idea, repartiendo a partes iguales o desiguales entre varias… como ellos consideren que realmente harían una inversión económica real.
Esta técnica es muy útil porque nos ayuda a bajar a tierra las ideas y plantearnos si realmente merecen o no la pena, pensando en términos económicos (que resulta más sencillo y objetivo).
Checkerboard
En esta técnica desarrollamos una lista de los criterios más relevantes para evaluar las ideas y los escribimos en la parte superior de la matriz (puede ser viabilidad, usabilidad, potencial, innovación…).
Para cada idea, valoramos qué puntuación le damos en cada uno de los criterios, pudiendo utilizar valoraciones lineales (ej: del 1 al 5) o la votación de Fibonacci.
Esta herramienta es muy versátil ya que nos permite crear columnas con mayor peso para la puntuación final, establecer cuáles tienen que tener un mínimo de puntuación para que la idea «pase de fase», etc.
Además de estas técnicas, es muy recomendable que en la priorización fomentemos el debate desde todos los puntos de vista, para lo cual nos puede ayudar la técnica de los 6 sombreros para pensar, que ya vimos en este artículo del blog.
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